El pasado sábado 25 de mayo salimos en un viaje familiar hacia Maine para celebrar el cumpleaños de mi suegra Ema Saldaña. El domingo 26 estábamos todos en el Jacuzzi de la foto y me fijé de algo bien interesante. Eliel, un sobrinito de 2 años, estaba jugando con su mami Emely en una salidas de agua que parecían pequeñas fuentes en el centro del Jacuzzi. Eliel trataba de agarrar el agua y obviamente no podía... Su mami lo ve y le dice: "Agarra el agua papi..." y el niño agarró la pieza plástica de donde salía el agua.
Pensé en cuanto nos parecemos los cristianos a la actitud inicial de Eliel. Muchos andamos en el "Jacuzzi espiritual" buscando experimentar los efectos que produce estar en el Jacuzzi... quizás el calor del agua, o el efecto burbujeante... o el estilo de predicación... o la música... o el estilo de vestimenta... o lo que le hacen experimentar... y de pronto, brincamos de Jacuzzi en Jacuzzi, o debería decir, de Iglesia en Iglesia... o realmente, de experiencia en experiencia buscando la nueva experiencia.
Ayer, mi sobrinito Eliel me hizo recordar un pasaje importante:
13 Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, 14 pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.”
Mientras busquemos "experiencias" con Dios, estaremos saltando de Iglesia en Iglesia porque estaremos tratando de "agarrar el agua", olvidando cuál es la fuente del agua que es Jesús... Lo importante no es sentir que estamos sumergidos, o sentir el olor del cloro, o sentir las burbujas... lo importante es estar agarrados a la fuente de donde brota el agua, el calor, las burbujas y hasta el cloro.
Es tiempo de dejar de buscar experiencias, porque aunque son importantes y necesarias, no son lo primordial. Lo primordial es estar conectados a Jesús... porque después de todo... si cierras la fuente en el Jacuzzi, el agua se estanca, el cloro pierde su efecto, las burbujas desaparecen y el agua se enfría y se estanca... y hasta puede llegar a podrirse... entonces, no será culpa de Jesús... será nuestra culpa por haber ignorado la fuente.
Sumérgete en Jesús... envuélvete en su calor de Su amor... relájate con las burbujas de la gracia y deja que el cloro en Su sangre te limpie... pero siempre... cada día... pégate a la fuente... porque ahí se produce todo.
JUST SAYING!!!
Pastor D
David Pimentel
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