Esta mañana, después de tratar de enfocar mi mirada entre mis párpados hinchados por el sueño... pude ver mi rostro en el espejo del baño... mientras me cepillaba los dientes, veía como si algo brillara en mi ceja izquierda... seguí cepillándome, sin darle mucha importancia, o más bien, sin creer del todo lo que mis ojos supuestamente veían... Luego de unos minutos, me acerqué aún más al espejo y pude ver que tenía una escarcha amarilla en mi ceja... Eso era lo que brillaba... y es que la noche anterior, mi hija Camila había estado jugando con mi cara... había estado maquillándome imaginariamente y arreglando mis cejas... obviamente, Camila no estaba lejos de mi... ni en una habitación diferente... ni estaba jugando con una estatua de David... Camila estaba literalmente sentada sobre mi... tocándome... abrazándome... y pasando tiempo conmigo... la escarcha era un destello de la luz de aquel encuentro con mi hija.
Imagina que al mirarte, la gente pudiera ver que estuviste pasando tiempo de calidad con Dios... No en habitaciones diferentes, ni experimentando a Dios a través de las palabras u oración de otra persona, pero en cambio, haber estado en las piernas de tu Padre celestial... jugando con su pelo, tocando sus manos... pasando tiempo...
Para bien o para mal, todos llevamos escarchas... destellos que hablan de los lugares que visitamos con regularidad... escarchas de tristeza, escarchas de insatisfacción... escarchas de frustración... escarchas que hablan del lugar en el que estamos pasando la mayor parte del tiempo, o al menos los lugares que visitamos con mayor regularidad.
¿Cuáles escarchas muestras hoy?
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