Hace poco unos amigos se mudaron a una nueva casa. Era el lugar perfecto porque eran amigos del dueño y o "tendrían problemas". Poco a poco, se dieron un par de inconvenientes y los recién mudados fueron llamados a una reunión y se les comunicó la serie de detalles que hacían su estadía incomoda para el dueño. Con humildad, los inquilinos le dijeron al dueño que cambiarían todo lo necesario para que su estadía allí no fuera un problema... pensaron que esas palabras solucionarían el conflicto, cuando de repente el dueño les dijo: "Es que necesito que se muden y que lo hagan rápido".
Muchas veces hacemos lo mismo con Jesús. Con sueños, alegría y ánimo, invitamos a Jesús a mudarse con nosotros. Todo comienza bien porque son amigos, pero poco a poco, la presencia de Jesús molesta por la manera en que ordena la casa. Ya la música que se escucha no es la misma, hay que limpiar con mayor regularidad, no se ven los mismos programas de TV, sólo se enciende las luces necesarias para ahorrar energía, no se pueden gritar groserías, Jesús está allí. Poco a poco, nuestra casa, que es nuestro corazón se nos hace incómoda, porque la nueva persona que vive allí está haciendo que cambien las cosas.
Entonces, comenzamos a ver que nuestra vida no sigue avanzando. Sabemos que Jesús está allí porque hay cosas que mantienen el nuevo lugar que El les dio, pero de pronto, el TV vuelve a mostrar esos programas groseros y con desnudes, que ya no se veían. De vez en cuando, se zafan groserías. Poco a poco, nos damos cuenta que ya Jesús no se "MUEVE" con libertad por la casa de nuestro corazón, sino que se mantiene encerrado en un cuartito en el fondo, al cual nosotros mismos le hemos puesto un letrero que dice "Iglesia". De pronto, Jesús es el inquilino y nosotros somos los dueños.
¿Quién es Jesús en tu vida? ¿Dueño o inquilino? ¿Se siente incómodo Jesús porque cuando te sugiere cambio, le gritas o le das malos gestos y terminas haciendo lo que quieres? ¿Cuántas veces al día conversas con El? ¿Cantas todavía las canciones que a El le gustan para que el se sienta invitado a venir a la sala contigo, al mismo centro? O ¿Te pasas el día gritando groserías y tirando cosas por todo el lugar? ¿De qué hablas en tu casa? ¿Destripas a toda persona que te pasa cerca, incluso tus "hermanos"? ¿Dónde está Jesús cuando lo haces?
La casa de nuestro corazón puede pasar por dos procesos: Remodelación o Reconstrucción. Si REMODELAS, algunas partes sólo recibirán una capa de pintura simple, los hoyos en las paredes sólo serán cubiertos con un poco de cemento blanco... Ahora, si RECONSTRUYES necesitarás un arquitecto y ese es Jesús. Tienes que entregar "tu casa" y hacer a Jesús dueño y tu quedar como inquilino. La Palabra de Dios dice:
Apocalipsis 3:20
Nueva Versión Internacional (NVI)
"Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo."
Es más simple de lo que parece:
- "Mira": Date cuenta que Jesús ha estado rondando tu casa protegiéndote, vigilándote, mandándote mensajitos. El ha estado cerca de ti.
- "Estoy": Es verbo presente. Siempre ha estado, está, pero no siempre estará.
- "Llamo": Su voz se ha mantenido llamando tu atención, a través de situaciones, conversaciones, preguntas que vienen a tu mente. El te ha estado llamando.
- "Si alguno oye mi voz": Distingue dentro de todos los ruidos aún de nosotros los evangélicos y reduce todos los niveles de sonido hasta que se escuche la voz de Jesús.
- "Abre la puerta": No sólo que vayas a la Iglesia, que hagas cosas buenas, que tengas buenas intenciones, tienes que accionar y abrir la puerta de tu corazón.
- "Entraré": No hay muchos requisitos, no trates de limpiar antes de que el entre, simplemente déjalo entrar.
- "Cenaré con él": PRIMERO LO PRIMERO, reestablecer la comunión que se había perdido... hablar, reír, contar historias... primero cenar con Tu Señor y Salvador.
- "...y él conmigo": No es que mientras cenamos vas a tener la mente organizando tu nueva lista de peticiones y quejas, ni tus ojos estarán paseando por la casa para saber qué esconder tan pronto se acabe la cena. No con la mente elaborando la respuesta para lo que sea que Jesús diga... sino, "cenando con El".
¿Dónde quedó el proceso de reconstrucción?
Jesús sigue a la puerta de nuestro corazón. ¿Porqué no te atreves a invitarlo a entrar? Sólo repite estas palabras: "Señor Jesús, quiero que hoy entres a mi corazón y reconstruyas mi vida. Perdóname porque sé que he hecho muchas cosas que te han alejado de mi vida. Haz todo nuevo y dame Tu Espíritu Santo para que vigile que yo mantenga las cosas en su lugar. Gracias por buscarme, llamarme y sobretodo esperarme. Amén."
Si repetiste estas palabras, no te asustes, Jesús viaja ligero y no verás un camión en la puerta... Sólo quítale las sandalias, deja que El se ponga cómodo y siéntate a sus pies a aprender. No te enfoques en la remodelación y la limpieza, porque Jesús se tomará Su tiempo para hacerla... Cuando le pagas a alguien para que limpie tu casa, ¿qué pasa? Alguien entra y limpia... PERO luego se va y nos toca a nosotros mantener limpio. Sin embargo, Jesús se muda a tu corazón, El limpia, El reconstruye y El mantiene limpio... Por eso, lo importante es que cada mañana, tarde y noche, te sientes a la mesa con El.
Vuelve a la mesa con Jesús y entrégale las llaves de todas las habitaciones de tu vida. Por primera vez, sentirás que aunque eres inquilino y no dueño... ESTARÁS EN CASA.
Vuelve a la mesa con Jesús y entrégale las llaves de todas las habitaciones de tu vida. Por primera vez, sentirás que aunque eres inquilino y no dueño... ESTARÁS EN CASA.
JUST SAYING!!!
Dios te bendiga,
Pastor D
David Pimentel
2 comments:
wow que bolon de cabeza!!!!! me encanto, me fascino!!! confrontada!! pero tambien confortada! me encanto la oracion con que lo cerraste: "Por primera vez, sentirás que aunque eres inquilino y no dueño... ESTARÁS EN CASA." aww beautiful!
att: Yamelly :)
muy buena esta reflexion!! realmente hablo a mi vida. Es el Señor dueño de TODA nuestra vida??? Nuestras palabras y acciones lo reflejan?? Dios te Bendiga mucho Pastor David :)
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