viernes, 5 de agosto de 2011

Pedir Perdón y Perdonar

Ayer escribí acerca del perdón y me enfoqué en la sanidad que provoca el tener un corazón libre de resentimientos, entonces alguien me comentó de que todo eso suena bien, pero que otro tema importante es el de pedir ese perdón.

A todos nos gusta la frase borrón y cuenta nueva, pero esa frase es interesante cuando la cuenta que se borra es la mía. Le huimos a la responsabilidad de ir y pedir ese perdón que tanto necesitamos.

Muchas veces esperamos que el tiempo sane esas heridas que nuestras malas acciones provocan y hasta cierto punto, el tiempo puede sanar las heridas, pero no las relaciones. Las relaciones se sanan cuando los relacionados deciden sanar la relación.

El perdón es un poder liberador, no sólo para el perdonador, sino también para el perdonado. El perdón es un camino de 2 vías. Debe ser recíproco. Tanto compromiso debe tener quien pide perdón, como quien otorga el perdón.

Un problema que enfrentamos es que no tenemos control sobre las acciones del otro. Los psicólogos dicen que cuando tengo un problema con alguien, el 90% de mi reacción tiene que ver conmigo y el otro 10% tiene que ver con lo que la otra persona "provoca" en nosotros. O sea que en un problema, sólo el 10% de todo lo que sucede es provocado por el problema en sí y el otro 90% es resultado de toda la basura que hemos guardado en nuestro corazón.

Queremos que el otro venga y nos pida perdón por lo que hizo; lo que olvidamos es cuán difícil es pedir perdón. Es contra nuestra naturaleza. Nos creemos reyes y señores. Creemos que no le debemos disculpas a nadie, pero la realidad es que todos tenemos un 90% de responsabilidad.

La calle de doble vía del perdón tiene algo que lo hace más sencillo, o que nos libera de cualquier problema mayor: "Hagan todo lo posible por vivir en paz con todo el mundo." Romanos 12:18 - TLA. Creo que esto está en la Biblia para darnos descanso. Tenemos un trabajo que hacer "tratando" de estar bien con todos, no perdiendo el sueño si no sucede... pero, tratando realmente de que la situación se resuelva.

Perdonar mantiene nuestro corazón libre de basura, pero pedir perdón mantiene nuestra vida libre de estar tirando basura. Cuando reconocemos que no podemos andar por la vida tirando desperdicios, nos hacemos mejores personas y ponemos a funcionar la doble vía.

Salga de su casa y pida perdón. ¿Te parece muy pequeña la ofensa que cometiste? Trata poniéndote en los zapatos del ofendido y verás. ¿Cómo te sentirías si alguien te hiciera lo mismo que tu hiciste? Inmediatamente la ofensa toma otro nivel de importancia. Inmediatamente piensas en el 90% que la otra persona puede tener en su corazón.

Todas las ofensas son iguales. Tienen consecuencias diferentes, pero en esencia son lo mismo, por eso no hay cruces de diferentes tamaño según el pecado cometido.

Jesús murió una vez y por todas, porque lo que nos perdona, no es el tamaño del castigo, sino el tamaño del sacrificio. Lo que nos perdona no es la cruz, es Jesús muerto y resucitado. ¿Qué tan grande es tu orgullo? No dejes que sea mayor que Jesús y su cruz.

JUST SAYING!!!

Dios te bendiga,

Pastor D
David Pimentel

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