miércoles, 29 de enero de 2014

Yo te he Amado

Mi hija Camila daba vueltas en la cama... era como que su culpa se había confabulado con el insomnio para hacerla rodar entre agujas de remordimiento... Estaba cómoda, pero el dolor ahuyentaba sus intentos de dormir... 

Camila había tenido un día difícil en la escuela y le habíamos puesto un castigo... un castigo normal y conocido... pero algo sucedió esta vez... Camila no podía conciliar el sueño... En un momento, me pareció que se había dormido y me retiré de su cuarto... Unos minutos después, escuchamos a Camila llamando a su mamitah... 

Yo entré a su cuarto, ella se puso de pie sobre su cama y me abrazó bien fuerte... Le pregunté qué le pasaba y con sus ojos llenos de tristeza y llanto, no podía mantener su mirada... bajaba el rostro y volvía a abrazarme... Era la culpa... el dolor de haber dañado la relación por una tontería... No era la privación de privilegios lo que le molestaba, sino la privación en la relación...

Mi esposa se acostó en la cama de la niña y la invitó a dormir con ella, pero Camila no quería soltarme... La miré a los ojos y le dije: "Mi amor. Te amo y te perdono... Siempre te voy a perdonar y nunca te voy a dejar de amar..." Con tristeza en su mirada, Camila volvió a su cama para dormir junto a mamitah... Camila no se durmió hasta que se sintió perdonada.

Si eres como yo, has tenido más de una noche de insomnio sintiéndote no perdonado... Más de una noche has dado vueltas sin fin enredado en las sábanas de aquel error que sientes te robó de tu relación con Dios... Todavía sientes la distancia que sabes creaste por tu desobediencia... Piensas que Dios no te puede perdonar... de nuevo... por lo mismo... Piensas que tu pecado es mayor que el perdón de Dios...

Algo que Camila todavía no entiende es que su mamitah y su papitoh hicieron un pacto: "Perdonaremos cualquier pecado que Camila cometa... la disciplinaremos, pero nunca la alejaremos de nosotros como castigo..." Además, yo había hablado con la maestra de Camila y cuando me Camila quiso confesarnos su pecado, no solamente la escuchamos sabiendo de antemano lo que confesaría... sino que la escuchábamos esperando con ansias que terminara para decirle "te perdono... este es tu castigo... te amamos y siempre te vamos a amar y a perdonar..."

Puedo sentir que más de uno de nosotros, incluyéndome... necesitamos escuchar de parte de Dios: "te perdono... te amo y siempre te voy a amar y perdonar"... 

En el libro de Malaquías, último libro del Antiguo Testamento, Dios hace precisamente esto... antes de Dios hacer un silencio de unos 400 años, inicia diciendo:

“Yo los he amado..."

Y hoy, Dios nos carga en sus brazos y con sus ojos penetrando hasta lo más profundo de nuestros corazones a través de nuestros convictos ojos nos dice: "Yo te he amado... y te sigo amando... yo te he perdonado... y nada que hagas podrá horrorizarme porque ya lo sabía... nada podrá evitar que te perdone porque ya lo hice... duerme en paz porque con tu confesión, tu pecado deja de ser tuyo y queda clavado en la cruz... dejándote con un inmenso sabor a amor, gracias y misericordia..."

Salta a los brazos de tu padre... no deambules una noche más persiguiendo el sueño... no pierdas un segundo más de descanso... sus brazos están abiertos y son fuertes para recibirte, sin importar el peso de tus pecados... El te ha amado... y lo sigue haciendo en Jesús.

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