Hace poco y tomé mi teléfono... "¿Y qué es todo esto?"... Estaba lleno de comida... Tenía los deditos de Camila marcados en diferentes colores y sabores... literalmente. Mac and Cheese, mandarina, chocolate, dulce... Parecía que mi teléfono había tenido una pelea con un colmado dominicano.
Yoky me contestó: "¿Qué esperabas? Camila lo tenía." ¿Te imaginas? "Fulano está deprimido... ¿Qué esperabas? Su esposa lo tenía." "Mengano es un perro... ¿Qué esperabas? Sus padres lo tenían." "Zutano está contento... ¿Qué esperabas? Sus amigos lo tenían." Ahora métete al juego y te preguntó: Cuando "tienes" a la gente contigo, ¿Sale mejor o peor que cuando llegaron?
Madre Teresa de Calcuta decía: "No dejes que nadie llegue jamás a ti sin que al irse se sienta mejor y más feliz". La pregunta es: ¿Lo hacemos?
Es muy común que cuando "tenemos" a alguien con nosotros, sólo le queden marcas de amargura, odio, tristeza... pero, ¿Qué tal si en cambio buscáramos "tocar" de manera más profundas los seres humanos para darles esperanza y arrojar luz a su oscuridad?
Ahora voy con nosotros los cristianos... ¿Somos dedo acusador o brazo de apoyo? ¿Cuáles son las huellas que dejamos en las personas que "tenemos" cerca? Y cuando las personas ven tu vida, ¿Las huellas de quién ven en ti? ¿Dolor? ¿Rencor? ¿Altanería? ¿Egoísmo?
En la Biblia, hay una historia de un hombre, quien literalmente tenía en su cuerpo las huellas de quien le había "tenido"...
Nueva Versión Internacional (NVI)
22 Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Jaboc.23 Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones,24 quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer.25 Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban.26 Entonces el hombre le dijo: —¡Suéltame, que ya está por amanecer!
—¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.
27 —¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre. —Me llamo Jacob —respondió. 28 Entonces el hombre le dijo: —Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
Jacob llevaba en su cuerpo las huellas de la mano de Dios. Cada paso que Jacob daba cojeando, le recordaba que había estado con Dios... Dios le había tenido. Las huellas de la mano de Dios eran tan marcadas, que hasta le cambió el nombre de Jacob que quería decir "Engañador", a Israel que quería decir "Príncipe de Dios" o "El que Lucha".
Tal y como mi celular, cuando las personas se relacionaban con Jacob, ahora llamado Israel.... veían rastros de lo que había sucedido con aquel hombre.
Mi reflexión para hoy es: ¿Has estado con Dios? ¿Dios te ha tenido en Sus manos? ¿Sigues siendo el mismo después de estar con Dios? ¿Cuáles son las huellas que llevas en tu cuerpo que anuncian que Dios te tuvo en Sus manos? ¿Tienes huellas de amor, paz, regocijo, esperanza, afirmación?
Qué lindo sería que cuando la gente se nos acerque sientan el perfume de Dios, Su presencia, Su alegría, Su esperanza, Su perdón, Su gracia, Su misericordia, Su agradecimiento...
Si dices que has estado con Dios y que El te "tuvo" pero continúas siendo el mismo... es muy probable que tu fuiste que tuviste a Dios y marcaste su cuerpo con nuevos clavos y latigazos de desprecio... es que estar con Dios es como que te choque un camión... simplemente... no quedas igual.
JUST SAYING!!!
Dios te bendiga,
Pastor D
David Pimentel
0 comments:
Publicar un comentario