jueves, 22 de diciembre de 2011

Fan

¿Quién no ha sido fan? ¿Cuántos no han hecho largas filas para entrar a un concierto? Hay quienes saben los gustos de su "ídolo", fecha de nacimiento, color favorito, cómo duerme, la letra de cada canción, el nombre de cada disco, sus canciones favoritas... Cada detalle les es conocido.

Hay quienes se enamoran... yo lo hice. Tuve un romance cerebral con una bailarina de un programa de televisión en mi adolescencia. En mis sueños, yo la rescataba de su oscuro mundo y le daba una vida decente... pero mis sueños de hacían inalcanzables cuando la veía bailar cada noche y no se notaba para nada triste o incómoda.

Muchachas que sueñan con cómo sería el ser la esposa de don artista... toda una colección de ropa con fotos de esa persona, gorras, relojes, pulseras, posters, taquillas de eventos pasados, fotos a kilómetros de la tarima donde una vez cantó o actuó esa persona. Una relación impersonal, pero relación al fin .

Mi pregunta es: tener esas relaciones platónicas y manejar toda esa información de esos artistas, ¿Nos hace conocerlos? ¿Es tener información acerca de alguien el requisito para considerar que conocemos a esa persona? La realidad es que no.

¿No se te parece a la manera en que muchos nos relacionamos con Dios?

Tenemos todos sus libros, la última versión de la Biblia, sabemos Su nombre, sus familiares, conocemos sus gustos, sus canciones favoritas, compramos pulseras, tshirts, gorras con mensajes de Dios cuando en realidad... no le conocemos.

Visitamos los lugares favoritos de Dios, hacemos cosas que le gustan, soñamos con El, incluso muchas veces pensamos o soñamos que El nos habla, pero en realidad... no tenemos una relación con El.

Lo raro en el caso de Dios es que tenemos su número de teléfono, la oración, pero no le llamamos. Podemos hacer cosas para agradarle y llamar Su atención, el servicio y la alabanza, pero no lo hacemos. Tenemos toda la información de cómo tener una relación estrecha de amor con El, la Biblia, pero preferimos mantenernos lejos.

Sólo imagina que tan chévere sería poder conversar cara a cara con tu ídolo, cantarle al oído sus canciones favoritas, recitarle partes de uno de sus libros, permitir que El te abrace.

Dios está esperando porque te acerques... por curiosidad, necesidad, amor, desesperación... no importa... El sí te conoce, de hecho es fan tuyo... Te ama y cree tanto en ti que vino a esta tierra a resolver todo lo que te alejaba de El.

¿Qué tal si en medio de las complicaciones de las festividades, simplificamos nuestra fe y permitimos que Dios le agregue profundidad? ¿Qué tal si revisitamos el real sentido de la Navidad reconociendo que nos hemos mantenido cerca de Dios, pero no lo suficiente como para que lleguemos a conocerle?

Que en estos días reflexionemos y entremos en una nueva dimensión de discipulado, derribando las barreras que nos mantienen alejados de Dios y todo lo que El tiene para nosotros. Recuerda que Dios te ama tanto, que no envió a un ángel a buscarte... vino El mismo por ti... personalmente.

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