Me estaba cepillando los dientes, todavía dormido... Terminé... Me lavé la cara... Me giré... y TAN!!! Choqué con la puerta del gabinete en el baño porque la había dejado abierta anteriormente. Lo peor de la historia es que me pasa muchas más veces de lo que estoy dispuesto a confesarles.
¿Te ha pasado que en lo común y cotidiano... haciendo lo normal... lo de cada día... nada especial... de pronto... TAN!!! Chocas con una puerta que dejaste abierta en el pasado? ¿Te ha pasado que, por cualquiera que sea la razón, hay puertas abiertas en tu pasado que interrumpen tu rango de movimiento y avance? ¿Te ha pasado que en medio de un movimiento de libertad, viene el choque del recuerdo de un asunto no resuelto?
Es de suma importancia que en nuestro caminar seamos lo suficientemente inteligentes como para cerrar las puertas de nuestro pasado... En diciembre 2011, escribí "Puertas", hablando de la importancia y responsabilidades de diferentes tipos de "puertas" en nuestras vidas... PERO hoy quiero enfocarme en el detalle de CERRAR esas puertas del pasado por las que ya no vas a entrar... No hablo de algo como un trabajo... Dios puede usar regresarte a tu antiguo trabajo para proveer para ti en un momento... Lo he visto... No habló de retomar una amistad... Hablo de cerrar puertas que sabes que te traen dolor... Recuerda que el pasado no se visita, sólo se mira desde la distancia buscando sabiduría para mejor tu presente...
Sólo hay una puerta que debemos dejar abierta y regresar a ella cada día, la mayor de veces posible... Esa puerta es la que te lleva a Jesús... porque es la única puerta que está en el pasado, en el presente y en el futuro... porque es la única puerta que lleva a casa...
Jesús le respondió: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.
Jesús es camino (movimiento), verdad (sentido) y vida (esencia)... Las puertas son para atravesarlas, no para dejarlas abiertas... Atraviesa tu día y si ya lo hiciste, no dejes la puerta abierta... CIÉRRALA!!!
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