Este lunes me levanté de golpe pensando que se había pasado mi hora para levantarme para llegar a tiempo a la escuela de mi niña Camila y mi trabajo... Tomé el teléfono y confirmé que era falso... estaba unos minutos más temprano... De pronto, me hice consciente de un terrible malestar estomacal... Era como una inestabilidad y debilidad... Me sentía cansado y sentía náuseas... y llegué a la conclusión: "Tengo algún virus estomacal"... Me sentí pesado todo el día... Mi respuesta fue: "Tengo algún virus estomacal"... No podía concentrarme bien... "Tengo algún virus estomacal"... y no fue hasta después del medio día, cuando le conté a alguien que había estado en Nueva York el fin de semana...
Fue entonces que pensé: "El viernes llegamos a Nueva York a las 3 de la mañana y no encontramos hotel hasta las 5 de la mañana, hora en la que nos acostamos... El sábado tuve que despertar a las 9:30 de la mañana para resolver una situación por teléfono, por lo que no pude descansar lo suficiente y, al salir, regresamos al hotel a las 2 de la mañana para acostarnos... El domingo nos levantamos a media mañana preparándonos para ir a la Iglesia donde yo iba a estar predicando... y finalmente salimos a Boston luego de comer algo, llegando a Boston a la 1 de la mañana y finalmente acostándome a las 3 de la mañana... Todo el día me lo pasé culpando al síntoma y nunca a la razón principal de mi mal estar... la falta de sueño.
¿Te has dado cuenta que andamos por la vida en el juego de la culpa persiguiendo enemigos que atentan contra nuestra integridad cuando en realidad el antagonista principal de nuestra historia somos nosotros mismo? "Eso es el enemigo...", "Es que cuando niño...", "Es que si conocieras a mis padres...", "Mi trabajo es una sucursal del infierno y mi jefa la esposa de Satanás...", "Es que mi esposo no es fácil...", etc... y de pronto, nos convertimos en tristes víctimas de una vida desgraciada donde todos son culpables y nosotros... no.
Estamos en las mismas desde el jardín de Edén... Cuando Adán y Eva peca, y coloco los nombres en ese orden porque podría discutir bastante en cómo distribuir un poco más equitativa la culpa del "pecado original"... Desde el inicio hemos respondido a la pregunta equivocada y en vez de acercarnos a Dios, hemos huido de El.
11 “¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?” le preguntó Dios. “¿Has comido del árbol del cual Yo te mandé que no comieras?” 12 El hombre respondió: “La mujer que Tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” 13 Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: “¿Qué es esto que has hecho?” “La serpiente me engañó, y yo comí,” respondió la mujer.
La pregunta de Dios a Adán fue "¿Lo hicieron?", la respuesta del hombre fue "Eva me hizo pecar"... La pregunta de Dios a Eva fue "¿Qué hiciste?", la respuesta de Eva fue "la serpiente hizo"... y, la serpiente... como no habla... no pudo culpar a nadie... al menos en ese momento, porque desde ese día no ha cerrado su boca culpándonos delante de Dios.
Es importante que frente a nuestra dolencia dejemos de medicar síntomas y enfrentemos enfermedades... Debemos hacer y responder las preguntas correctas...
Por ejemplo, como padres, para nosotros es más importante que nuestra hija Camila nos confiese su pecado, más que expresarle nuestra desaprobación... y lo que sucede es que preferimos enseñarle gracia antes que castigo, porque esta sociedad es completamente basada en el castigo y el castigo... reforma hasta cierto puente, pero rara vez transforma...
Hagamos las preguntas correctas... respondamos las preguntas difíciles y recordemos que al culpar el síntoma, culpamos a Dios quien permite el síntoma y al culpar a Dios... cerramos la puerta de la sanidad.
JUST SAYING!!!
Pastor D
David Pimentel
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