Hace años... muchos años... Cuando estaba en la escuela primaria, había un muchacho que le hacía el favor a mis padres de llevarme a la escuela que quedaba a la exorbitante distancia de una cuadra. Era moreno, alto y delgado y tenía lo que en Dominicana se conocía como un "Shaggy", que era un corte de pelo parecido al de Michael Jackson para los tiempos de la canción Thriller... Me imagino que ya pueden imaginarse adonde va mi historia.
Este muchacho me engañó por meses diciéndome que el era Michael Jackson, sin embargo, yo a esa mentira agregaba que no sólo era el cantante famoso, sino que era mi guardaespaldas. La primera mentira no era mía, por lo que no era mi culpa, pero la segunda había salido de mi cabeza.
Yo me había encargado de que todos supieran que mi guarda espaldas era el famoso Rey del Pop, Michael Jackson... y por su parte, el joven que me llevaba a la escuela, se comportaba como Michael Jackson delante de mi... con gritito y todo.
Un día, un muchacho me cuestionó: "¿Porqué Michael Jackson nunca entra?"... Pregunta a lo que no tuve respuesta, sólo una promesa tonta: "Le diré que entre conmigo un día". Toda la escuela estaba a la expectativa. Michael Jackson, el guardaespaldas de David, entraría a la escuela... un día.
Una mañana gris y desventurada, "Michael Jackson" y yo entramos a la escuela. Las carcajadas fueron tan fuertes, que los profesores y la directora de la escuela pararon lo que estaban haciendo para salir a ver qué pasaba. "David es un mentiroso... Jajajaja... Su guardaespaldas no es Michael Jackson"... a lo que el muchacho dijo a toda voz: "Yo no soy su guardaespaldas"... Esa fue la primera vez en que quise hacer magia... Quería desaparecerlo a el y a mi...
De pronto, no tenía guardaespaldas y el Michael Jackson de mi propiedad era falso... hasta que el muchacho fue más tonto que yo: "Yo sí soy Michael Jackson, pero no soy su guardaespaldas"... Por fin... Alguien había reclamado el premio del más bocón... En ese momento, pasé a ser parte de la multitud de niños desquiciados gritando pidiéndole: "Habla inglés..." De ese problema, el muchacho salió más o menos bien porque ninguno tenía ni la menor idea de cómo hablar inglés, hasta que un espíritu malo parece que poseyó a un niño (broma) y para desgracia del muchacho, tuvo una idea genial: "OK... Baila para ver si eres Michael Jackson"... Un par de grititos, saltos y pasos mal logrados de baile, el muchacho tuvo que salir corriendo para evitar que lo linchara la multitud de párvulos.
A mi me perdonaron rápido, pero al muchacho no lo podían ni ver... Ahí aprendí a ir solo a la escuela.
En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente.
Por meses, me hice preso de mi mentira... Me até con mi lengua al liberarla... y al final, pagué consecuencias catastróficas para un niño pequeño.
¿Cuántas veces te ha sucedido? No tiene que haber sido una mentira. A veces, es el arte de no poder guardarnos detalles que, realmente, no le incumben a nadie y en el lengüeteo, das informaciones que te comprometen más allá de lo que quieres... y en ocasiones, más allá de lo que puedes.
Un adagio popular dice: "Eres dueño de lo que callas y esclavo de lo que dices." ¿Quieres reducir un poco el conteo de tus pecados? Pues CALLADITO TE VES MAS BONITO... sino aprende a bailar como Michael Jackson porque tarde o temprano el largo de la lengua se acaba y termina estrangulándote.
JUST SAYING!!!
Dios te bendiga,
Dios te bendiga,
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