viernes, 15 de julio de 2011

Los Pulpos

"El cuidador de un faro que trabajaba en una costa rocosa recibía aceite una vez al mes para mantener su llama ardiendo. Como vivía cerca de la población, no le faltaban visitantes. Una noche, una mujer necesitaba aceite para mantener a su familia caliente. Otra noche un padre necesitaba aceite para su lámpara. Otro necesitó aceite para lubricar una rueda. Todas las peticiones parecían legítimas, y el cuidador trataba de suplirlas. Hacia el fin de mes, se le acabó el aceite, y el faro se apagó, lo que causó que muchas naves se estrellaran en esa costa. El hombre recibió la reprensión de sus superiores: "Se te da el aceite por una sola razón"- le dijeron- "Queremos mantener el faro ardiendo".

Esta historia es real para muchos de nosotros. Nuestras buenas intenciones nos llevan a convertirnos en "pulpos salvadores" que corren de una necesidad a otra tratando de que "todo esté bien y a nadie le falte nada."

Hace poco escuché una frase de Andy Stanley: "Haz por un grupo lo que quisieras poder hacer por todos. Es mejor ir profundo con un grupo de personas, que perderte tratando de abarcar mucho." Si tan sólo entendiéramos que ni siquiera Dios espera que lo hagamos todo. Buscamos ocupaciones, creamos ocupaciones, arrebatamos ocupaciones, pero la realidad es que estando más ocupados, no somos más productivos, ni eficaces, ni efectivos.

Nos falta el tiempo para orar, leer la Biblia, estar en familia, nos perdemos en el servicio a Dios, y le decimos adiós a Dios, por estar "sirviéndole".

A mi me pasó. Hubo un momento en mi vida en que en mi Iglesia era: cantante, guitarrista, compositor, traductor, maestro, productor, programador, secretario, actor, guionista, etc. Y aprendí en mi mismo que el que sabe de todo un poco, puede terminar no sabiendo mucho de nada.

Todos tenemos la capacidad de llegar a aprender a hacer muchas cosas diferentes, y algunos llegaríamos hasta a hacerlas bien, pero ese no es el punto. La pregunta no es: ¿Cuántas cosas puedes hacer? sino, ¿Cuál es la cosas que sólo tu harás con ese sello personal y único que Dios te dio? No hay dos como tu. No hay otro David Pimentel... mi esposa podría gritar "Aleluya!!!"...LOL. No hay dos personas iguales y eso nos otorga una firma y sello personal único para todo lo que hacemos, pero sobre todo, Dios nos ha otorgado misiones específicas a cada uno de manera que cuando todos hacemos los que estamos supuestos a hacer, entonces funcionamos como un cuerpo y ese cuerpo, que es la Iglesia comienza a ser lo que Dios soñó que fuera.

Mi meditación de hoy es: No seas el padre de alguien más, dejando solos a tus hijos en casa. Sólo TU puedes ser la madre de TU hijo o hija. Sólo YO puedo ser el esposo de MI esposa. Otros pueden tratar, pero nunca lo harán a la manera que Dios me creó para hacerlo.

Que no se acabe nuestro aceite perdiéndonos en las actividades que probablemente sean responsabilidad de otros. Que no se acabe nuestro aceite tratando de ser otras personas o adoptando otras labores. Que no se acabe nuestro aceite permitiéndole a cualquiera que nos asigne labores.

Que no se acabe nuestro aceite, porque si se acaba muchos barcos se accidentarán. Hijos tendrán padres ausentes. Esposas anhelarán la protección de su esposo. Ministerios dejarán de completarse. Necesidades dejarán de suplirse.

Ni siquiera Jesús hizo todo lo que pudo haber hecho. Jesús no sanó todos los enfermos, no eliminó el hambre en su tiempo, no acabó con toda la injusticia. Jesús tuvo un propósito y cada día caminó hacia alcanzarlo.

Si se acaba tu aceite, aún habiendo hecho cosas buenas, te sentirás y habrás fracasado, porque el éxito de toda persona y la realización de todo ser humano es encontrar, desarrollar y llevar a cabo el propósito por el cual Dios le creó.

Ya dejemos de hacer "cosas buenas" y comencemos a hacer "lo correcto".

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