Estaba colocando las luces al árbol de Navidad cuando las horas tropezaron con mi cabeza y el cansancio se me coló por las pupilas... El peso de la hora relajó mi cuello y como que me dormí con ojos abiertos... Estaba bien cerca del árbol y se me ocurrió tomar una fotografía (la que está arriba)... Mientras enfocaba y buscaba un ángulo para la foto, noté algo... Cuando movía el teléfono de un lado al otro percibí que de había luces que sólo veía al cambiar de posición... No estaban apagadas, sólo estaban cubiertas... Su luz alumbraba y adornaba el árbol, pero la bombilla no estaba visible para mi...
Hay momentos, en nuestra oscuridad... en nuestro cansancio... cuando el estrés y el desánimo hacen peso en nuestra cabeza... que no podemos ver algunas de las luces que adornan nuestro árbol... No las despreciamos, pero tampoco las apreciamos... y a la larga, eso es despreciarlas... Falta de luz, no en nuestro ambiente, sino en nuestros ojos... Ausencia de luces, no porque desaparecieron, sino porque estamos distraídos...
La Navidad es un tiempo de luces... Blancas, azules, rojas, verdes, amarillas... Pero también es tiempo de oscuridades privadas... íntimas... Luces que no se apagan pero que quedan cubiertas por nuestras dudas, sueños, planes, pérdidas... de hecho... al mirar detenidamente nuestro árbol, veremos bombillas que no sólo están cubiertas, sino que efectivamente están apagadas... Ya no están... y son esas oscuridades aisladas, las que en ocasiones pueden llevarnos a obviar toda la luz en el árbol de nuestras vidas...
Hace unos años, había una luz aparentemente apagada en nuestro árbol... Distraídos por esa aparente carencia, nuestra fe palideció y se nos hizo pequeña la esperanza... Pero en momentos diversos, aparentaba como si, de alguna manera, aquella luz aparentemente apagada, iluminaba los rincones de nuestra alma cuando movíamos nuestras cabezas... Esa luz aparentemente ausente... Supuestamente apagada... De una manera u otra matizaba los colores de nuestro árbol... Es la luz de Dios... y hace unos dos mil años, Su luz paralizó su eternidad y rompió todas las dimensiones a través del llanto de un bebé... y desde un rincón oscuro del mundo, Su luz iluminó a todos alumbrando, no sólo nuestra oscuridad, sino mostrándonos la procedencia de nuestra luz prestada...
Presta atención... Inclina un poco tu cabeza... Enfócate... Mira cada rincón de tu árbol... Mira entre la oscuridad... Mira incluso entre las luces... Si te topas con una bombilla apagada, da gracias por el tiempo que estuvo encendida y por la manera en que adornó tu árbol... Sigue mirando... Hay una luz... Te ha acompañado siempre... Es la luz de Dios... de Su Hijo Jesús... de Su Espíritu... Nunca te han dejado... Aún cuando no la has podido ver directamente... Han dado color a tu vida... y en tus momentos oscuros, Su luz nunca se apagó y si en medio de la oscuridad has podido ver, es porque Su luz ha estado...
Que la luz de Jesús brille en cada uno de nuestros corazones en esta Navidad y recordemos que Navidad es Jesús... Que en medio de los regalos no olvidemos EL REGALO... Que en medio de las fiestas no olvidemos CELEBRARLO... Que en medio de las reuniones no olvidemos REUNIRNOS CON EL... Que en medio de la euforia no olvidemos CONTEMPLAR aquel oscuro establo que se llenó de luz... Que en medio de la urgencia no olvidemos DETENERNOS frente al niño de Belén... y recordar que Dios entregó EL REGALO más preciado y que por 33 años no hubo CELEBRACION en el cielo porque el Hijo de Dios había venido a REUNIRSE con nosotros para CONTEMPLAR nuestro dolor y con su luz perdonarlo, sanarlo y redimirlo...
JUST SAYING!!!
Hay momentos, en nuestra oscuridad... en nuestro cansancio... cuando el estrés y el desánimo hacen peso en nuestra cabeza... que no podemos ver algunas de las luces que adornan nuestro árbol... No las despreciamos, pero tampoco las apreciamos... y a la larga, eso es despreciarlas... Falta de luz, no en nuestro ambiente, sino en nuestros ojos... Ausencia de luces, no porque desaparecieron, sino porque estamos distraídos...
La Navidad es un tiempo de luces... Blancas, azules, rojas, verdes, amarillas... Pero también es tiempo de oscuridades privadas... íntimas... Luces que no se apagan pero que quedan cubiertas por nuestras dudas, sueños, planes, pérdidas... de hecho... al mirar detenidamente nuestro árbol, veremos bombillas que no sólo están cubiertas, sino que efectivamente están apagadas... Ya no están... y son esas oscuridades aisladas, las que en ocasiones pueden llevarnos a obviar toda la luz en el árbol de nuestras vidas...
Hace unos años, había una luz aparentemente apagada en nuestro árbol... Distraídos por esa aparente carencia, nuestra fe palideció y se nos hizo pequeña la esperanza... Pero en momentos diversos, aparentaba como si, de alguna manera, aquella luz aparentemente apagada, iluminaba los rincones de nuestra alma cuando movíamos nuestras cabezas... Esa luz aparentemente ausente... Supuestamente apagada... De una manera u otra matizaba los colores de nuestro árbol... Es la luz de Dios... y hace unos dos mil años, Su luz paralizó su eternidad y rompió todas las dimensiones a través del llanto de un bebé... y desde un rincón oscuro del mundo, Su luz iluminó a todos alumbrando, no sólo nuestra oscuridad, sino mostrándonos la procedencia de nuestra luz prestada...
Presta atención... Inclina un poco tu cabeza... Enfócate... Mira cada rincón de tu árbol... Mira entre la oscuridad... Mira incluso entre las luces... Si te topas con una bombilla apagada, da gracias por el tiempo que estuvo encendida y por la manera en que adornó tu árbol... Sigue mirando... Hay una luz... Te ha acompañado siempre... Es la luz de Dios... de Su Hijo Jesús... de Su Espíritu... Nunca te han dejado... Aún cuando no la has podido ver directamente... Han dado color a tu vida... y en tus momentos oscuros, Su luz nunca se apagó y si en medio de la oscuridad has podido ver, es porque Su luz ha estado...
Que la luz de Jesús brille en cada uno de nuestros corazones en esta Navidad y recordemos que Navidad es Jesús... Que en medio de los regalos no olvidemos EL REGALO... Que en medio de las fiestas no olvidemos CELEBRARLO... Que en medio de las reuniones no olvidemos REUNIRNOS CON EL... Que en medio de la euforia no olvidemos CONTEMPLAR aquel oscuro establo que se llenó de luz... Que en medio de la urgencia no olvidemos DETENERNOS frente al niño de Belén... y recordar que Dios entregó EL REGALO más preciado y que por 33 años no hubo CELEBRACION en el cielo porque el Hijo de Dios había venido a REUNIRSE con nosotros para CONTEMPLAR nuestro dolor y con su luz perdonarlo, sanarlo y redimirlo...
JUST SAYING!!!
Si vives en Boston y no tienes una comunidad de creyentes con quien reunirte ("Iglesia"), te invitamos a que nos visites en "Connected Lives" (Vidas Conectadas). Nuestras reuniones son en las casas, todos los viernes a las 7:30p.m. Si quieres que te visitemos y hagamos una reunión en tu casa, sólo déjanos saber... Será un honor servirte. Más información: 617-318-7422 y 617-407-2381.
Ven y hagamos vida juntos... Seamos la Iglesia...
Pastor D: David Pimentel
Teaching and Vision Pastor
The Church: Christian Movement
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