“Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro... llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: «¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza.” (Exodo 3:1-3 NVI)
Hace mucho que no me sucede... Quiero decir, encontrar algo encendido en fuego de camino al trabajo. Mucho menos un arbusto... y ni hablar de que el arbusto no se esté consumiendo.
Para Moisés era otro día... Quizás un miércoles... Lejos del fin de semana pasado y lejos del fin de semana próximo. Sólo otro miércoles. Moisés estaba haciendo lo que hacía todos los días: Cuidar ovejas. Era Pastor.
¿Otro miércoles? Quizá para todos los demás... No para Moisés quien dirigiría el Exodo. Calor, balido de ovejas, pies polvorientos, sudor, tormenta de arena, cansancio y zarza ardiente... vaya combinación. Ver una zarza quemarse en el desierto era común. Una zarza es una planta espinosa y silvestre que no crece mucho, poco atractiva... pero ahí estaba Dios esperando a Moisés y aquella zarza saldría del anonimato para ser conocida por todos.
Moisés notó aquella Zarza... Fea, pequeña, en llamas... Todo iba bien... Todo era natural... Sobrenaturalmente la zarza no se consumía porque allí estaba Dios... ¿Lo sabía Moisés? No lo creo, porque quizás hubiera dicho algo como: “Oh, ¿Cómo andas Dios? ¿Echándote un milagrito?” Moisés no sabía que se encontraría con Dios... el Dios del Universo, Creador y Sustentador de todo lo que existe. Dios había hecho una cita con el para discutir los detalles de la liberación de su pueblo. Aquel pastor, de pies polvorientos, frente a aquel arbusto, feo, en aquel miércoles cualquiera, era el líder en potencia a quien Dios usaría para cambiar el futuro de toda una nación. ¿No te hace pensar en un viejo de 125 años cargando a su hijo recién nacido? Ese es Abraham, o ¿aquel niño pelirrojo que no fue llamado por ser el más pequeño, a reunirse con sus hermanos porque Dios iba a elegir el próximo rey de Israel de en medio de ellos? Ese es David... o tal vez a ¿un tartamudo que hablaría frente a Faraón y que abriría el mar en dos porque confiaba en Dios? Ese sería Moisés.
Grandes hombres, historias polvorientas, desprecios, olvidos, zarzas, arbustos poco atractivos que cambiaron la historia atrayendo la atención de la gente, porque tenían la llama de Dios en ellos. Una llama aparentemente normal, pero que no los consumía... sino que los fortalecía y era porque “el lugar donde pisaban era tierra santa”.
Un último anónimo. Aquel hijo del carpintero del pueblo, de muy buena educación, pero poco dinero y de poco parecer, o sea feo (Isaías 53)? Ese era Jesús.
Mi meditación de hoy es: Cualquier miércoles, frente a un arbusto insignificante, un corazón anónimo, realizando sus tareas normales, tendrá una cita con Dios... ¿Cómo es posible? ¿Cómo sabré cuándo es el momento? La historia cuenta que “Moisés notó la zarza” y luego “fue a ver porqué no se consumía”.
¿Cuánto hace que no te detienes a notar los detalles de tu entorno? ¿Cuánto hace que no notas los gestos de un niño? ¿Cuánto hace que no notas a Dios trabajando, interviniendo y bendiciendo tus días? ¿Cuánto hace que al notar la mano de Dios en un lugar o situación, te moviste para ver porqué estaba sucediendo? ¿Cuánto hace que no te quitas las sandalias en respeto y adoración a Dios, porque El hizo tierra santa para ti?... No en la Iglesia... Sino, en un autobús... En un examen en tu escuela... En una relación que sabías que te iba a destruir... En tu última discusión con tus padres o tu pareja... De camino a tu trabajo... ¿Cuándo fue la última vez que “perdiste el tiempo” buscando ver a Dios en lo común y cotidiano? ¿Cuándo fue la última vez que cruzaste el desierto sin saber que al otro lado te esperaba Dios?
No esperemos tener la Iglesia perfecta, o el ministerio perfecto, o trabajar tiempo completo en la Iglesia, o que mi esposa o esposo cambie, o que mis hijos se conviertan, o que mi jefe mejore... Vamos a salir hoy con ojos abiertos y listos para un encuentro con nuestro Dios... No mires tus ramas secas... Ni tu poca altura... Ni mal entiendas el fuego que te rodea... Porque puede ser... posiblemente... que seas una zarza ardiente...
Dios te bendiga,
Pastor D
David Pimentel
http://davidforgiven.blogspot.com
davidforgiven@gmail.com
@davidjustsaying
@adavidpimentel
1 comments:
From: Yamelly Pena - June 11, 2010 at 9:15am
WOW IM BLOWN AWAY!! me fascina!! porke estaba conversando sobre esto ayer. le estaba diciendo a krishna como kiero ver a Dios en todo y en nada. quizas estoy buscando en lugares especifico para ver su mover cuando en realidad el se esta moviendo pero estoy tan enfocada buscandolo en lo que yo considero que el deberia estar que lo dejo pasar desapercivido. yo kiero ver su fuego y mover en mis ramas secas cada dia cada segundo y DETENERME a ver lo que esta pasando a mi entorno loco, apasible o tormentoso. en el TODO y en LA NADA. wow. tnx tio always uplifting my spirit with right words from heaven :) ..keep up the good work
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